En mi casa hay siempre una bolsa que no tiene fondo. Sin ponerle un nombre le decimos “The Cuba Bagâ€. En esa bolsa hay desde aspirinas hasta… si ahora mismo mi vida dependiera de recitar su contenido entonces irÃa a una muerte segura.
Lo única certeza es que acabo de dejar un vestido para mi madre.Â
Cuando llega el momento de ir a Cuba se puede decir que ya tengo todo “empacadoâ€, pero entonces llega la hora de SACAR artÃculos de la bolsa, porque tienes el doble del peso permitido. Todo lo que has acumulado no puede ir.
Finalmente llegas a la temida Aduana, con dolor de estómago pero con tu mejor semblante, y te quieren hacer un inventario del equipaje. Aunque hayas tratado de no pasarte de peso en este viaje, siempre hay algo que te quieren revisar, porque tu pasaporte indica “República de Cuba”y has nacido en un sistema que sólo te llama ciudadano cuando de desfavorecerte se trata.
-¿Qué trae usted en su maleta?- dice el uniformado.
-Señor… (o compañero, porque quieres caerle bien)…- y ahà pones a prueba tu diploma de paciencia y comienzas el proceso creativo. Los cubanos guardamos mucho teatro.
Cuando la realidad es que esta bolsa trae lo que mantiene al gobierno. Es por esta bolsa que ese hombre esta ahÃ, con el poder de interrogarnos de esa manera.Â
Es por esa bolsa que en mi familia llegan a los 90 y a los 100 años de edad. Es la bolsa que garantiza que mi abuelos tengan ropa interior nueva, cuchillas de afeitar, bombillos o que mi madre pueda andar La Habana buscando yogurt en un par de mocasines que no le produzcan ampollas. Es el “salario†de mi familia trabajadora, en especie. El salario en efectivo llega en la bolsa más pequeña, la billetera.Â
Esa bolsa nunca ha estado ligera. La han cargado generaciones y ahora la carga la nuestra, a todos lados. Esa la herencia cubana.Â
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