Hay veces en que somos tan pequeños ,
tan pequeños,
que quisiéramos habitar una casa
diminuta,
volver a la cuna y agitar la maruga,
nos calienten la leche y nos arropen
de las corrientes de aire, del frÃo
de los huesos,
y toda la familia esté a nuestro servicio.
Hay veces que anhelamos vivir en una casa
de techo tan bajo,
que no caminemos erectos sino reptando
como topos,
que no tengamos la obligación de ser adultos,
ni responsables,
que nadie nos pregunte por la guerra,
por la pobreza o el crimen cotidiano.
Hay veces en que quisiéramos apagar todas
las luces,
y dejar, dejar goteando el agua del lavabo.