Aquà alzando patrióticos cantares,
de estas orillas en la blanca arena,
y no en la margen del helado Sena,
ni al blando murmurar del Manzanares,
vivo feliz. Prefiero en mis hogares
el claro arroyo que entre guijas suena,
y la que grata los espacios llena
música de mis cedros y palmares.
¿Qué puede haber en el Antiguo Mundo
comparable a mis céfiros y cañas,
y al follaje sin par del bosque mÃo?
Adorar sólo sé mi sol fecundo,
mis colinas, mis vÃrgenes montañas,
y la fértil ribera de mi rÃo.